Sangre a borbotones corrió por tu voluntad,
Madres sin hijos, hijos sin madre,
Padres de la nada dejaste en tu camino,
Bosques y mares,
Montañas y ríos,
Civilizaciones enteras cayeron en tus garras.
Vestido de ángel, como hombre santo nos engañaste para llevarnos al agujero oscuro y frio donde caen tus despojos.
Dominaste todo,
Conquistaste todo,
Muerte, asesinato, tortura y miedo.
Codicia, estupidez y soberbia.
Ya en la cumbre más alta de un cementerio universal y apocalíptico, giraste solitario, miraste hacia atrás, y en una ceremonia desgraciada viste a la tierra caer muerta ante tus pies.
Hoy, las almas de todos tus muertos están buscando un lugar donde volver a empezar.
Se juntan, reconocen y funden como iguales en nuevas experiencias.
Vos no nos ves porque somos la esencia invisible.
Nosotros a vos sí.
Y un recuerdo vivo de tu rostro tieso nos acompaña en el camino.
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